A veces, lo que uno busca no es tanto lo que ya está hecho, sino lo que aún puede llegar a ser. En plena Avenida Marqués de Ombreiro, donde la ciudad empieza a abrirse al verde y el río Miño acompaña a quienes prefieren andar despacio, se encuentra esta casa adosada que invita a imaginar.

Con 122 m² distribuidos en dos plantas de 66 m² cada una, es una vivienda que necesita una reforma integral, sí, pero también es una estructura honesta, de esas que permiten empezar desde cero con una base sólida. Detrás, una parcela de 40 m² ofrece ese respiro necesario, un espacio que puede convertirse en un pequeño jardín urbano, una zona de comidas al sol, o simplemente un rincón donde desconectar tras el ritmo diario.

La planta superior ya cuenta con una terraza en la parte trasera, y bajo cubierta se abre un espacio que puede transformarse por completo: ganar altura, abrir una segunda terraza parcial o redistribuir el interior para crear una vivienda más luminosa y funcional. Incluso, pensar en la planta baja como garaje, estudio o zona auxiliar, dejando las alturas para vivir con más libertad.

El entorno también suma. Bien conectada con la salida de la ciudad, próxima a zonas verdes y a solo unos minutos del Miño, esta zona prevé nuevas construcciones que enriquecerán aún más el entorno y revalorizarán la vivienda.

UN LIENZO EN BLANCO JUNTO AL FUTURO