A veces no es cuestión de metros, sino de cómo se usan. Y de cómo algunos detalles, casi sin hacer ruido, cambian por completo la experiencia de vivir. Porque tener dos baños en un apartamento de 74 metros no es solo un extra: es evitar esperas, ganar ritmo, y sobre todo, sentir que el espacio está bien pensado, que no va justo, que no aprieta.

Lo mismo ocurre con el salón: amplio, cuadrado, con esa proporción exacta que invita a quedarse. Es ahí donde se abren las vistas más despejadas de esta quinta planta, donde la altura suma sin imponerse, y la luz entra sin pedir permiso. La cocina mantiene su parte práctica, con un tendedero independiente que ventila lo cotidiano y aligera la rutina.

Las habitaciones —ambas exteriores— acompañan esa misma lógica: claridad, ventilación, vida. Todo lo que se agradece cuando se busca un hogar sin complicaciones, pero con esas pequeñas cosas que marcan la diferencia.

El edificio sabe estar a la altura: dos ascensores, sin barreras, mantenimiento al día. Y la vivienda se completa con una plaza de garaje y un trastero que no se limita a serlo: acondicionado como despacho, pero aún útil para guardar, ofrece esa flexibilidad que hoy tanto se valora.

Ubicado en Garabolos, al final de Avenida de A Coruña, este piso se mueve entre la comodidad de tenerlo todo cerca y la ventaja de salir fácilmente hacia las afueras. Un equilibrio sencillo, pero poco común.

Un lugar sereno, funcional, y mejor pensado de lo que aparenta.
TODO ESTÁ DONDE DEBE ESTAR.